LAS GUAGUAS MUNICIPALES Y SUS PROBLEMAS ECONÓMICOS
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La utilización de los servicios de transportes municipales, llamados guaguas municipales, ha quedado, tiempo ha, limitado al uso y ‘disfrute’ del pueblo llano ( lo de llano es un eufemismo porque lo que quiero decir es pobre y, casi siempre, desheredado). Bueno, ¡qué le vamos a hacer!, las cosas son como son y aquí en esta civilizada ciudad, casi a la altura de Estokolmo, el Señor o la Señora usa su transporte personal, tan unido a su ‘dignidad’ de ciudadano de relieve, para ir a comprar, incluso, el pan a la tienda de aceite y vinagre de la esquina. Lógicamente, con esta mentalidad de potenciado motorizado clasista no es de extrañar que la economía del servicio de guaguas municipales esté donde está, en las últimas. Opino sobre algún que otro aspecto de Guaguas Municipales:
Todos sabemos que Guaguas Municipales está sumido en un proceso de falta de liquidez, en otras palabras: no hay suficientes ‘perras’ para pagar a todo lo que un servicio de transporte de una ciudad como Las Palmas de G.C. implica. ¿Por qué se produce este problema? Ya lo he dicho antes, el ciudadano medio-alto no las utiliza, prefiere su propio medio de transporte a pesar de las dificultades para aparcarlo. Nada que objetar pero no hay dudas que quienquiera que esté ahora, hoy, al mando de la dirección de la empresa de Guaguas Municipales no está al ‘loro’ de lo que precisa, día a día, un servicio de transporte de ese calado porque si ignora que son los transportes públicos los que mueven la economía de la ciudad y que casi todo el mundo está precisado de utilizarlos, ignorando con ello la clientela potencial a su disposición, mejor que se dedique a la pesca submarina donde el mundo exterior queda tan exterior que ni siquiera se percata que existe.
Ahora voy a poner un ejemplo que, en cualquier concepto empresarial de servicio al ciudadano, es desgarrador; veamos: no es nada nuevo que el trayecto Teatro-Parque San Telmo (Hoyo)-Parque Santa Catalina es, dentro de todo el conglomerado de líneas de guaguas municipales, una de las más importantes si no la más importante. Este tramo Teatro Parque Santa Catalina -que es el corazón de la ciudad en lo que a trasporte público se refiere- está atendido por las guaguas número 1, (Teatro Puerto), la 17 (Teatro Las Arenas), la OA (Intercambiador-Parque Santa Catalina Parque San Telmo-ciudad alta) la OB (Intercambiador-ciudad alta-Parque San Telmo Parque Santa Catalina) la 11 (Teatro Juan XXIII-Dr. Negrín-ciudad alta). Y bien, se preguntará el ciudadano: ¿cuál es el problema si hay más que suficientes guaguas para dar un servicio completo? Sí hay un problema, y un problema muy grande porque afecta al usuario de forma estrepitosa y es el siguiente:
Los tramos que he mencionado son de los más importantes de la ciudad, como ya comenté antes, y la cadencia del servicio es de 20 minutos, repito, 20 minutos, dándose la paradoja que trayecto tan utilizado por el usuario como el del Teatro a Mesa y López salen dos guaguas, la 1 y la 17, al mismo tiempo. Ahora cabe la pregunta: ¿y dónde está el problema? El problema es que todas las guaguas antes mencionadas vienen juntas, es decir, todos los días, a cualquier hora, cualquier ciudadano puede observar que la 1, la 17, la OA (en dirección a Triana) o la 1, la 17, la OB y la 11 (en dirección Puerto) vienen juntas y después hay que esperar 20 minutos hasta que venga la próxima guagua -varias juntas, claro-. Ahora me permito preguntar al coordinador de los servicios de guaguas de la ciudad: ¿Qué problema hay en que las guaguas citadas vengan con una cadencia de 10 minutos entre una y otra y no de 20 como ocurre ahora? Si este problema se solucionara significaría que en el tramo del servicio del transporte público más importancia de la ciudad el ciudadano sólo tendría que esperar diez minutos para coger una guagua y no 20, algo así como duplicar el servicio con cero euro de coste para la empresa. Por supuesto que el entendido en la materia me dirá que es imposible porque hay que hacer ajustes en la ruta del Norte, en la del Este y en la del Oeste y vaya usted a saber cuántos ajustes más. Me atrevo a sugerir a los coordinadores del transporte de la ciudad y su adecuada cadencia para atender de la mejor manera posible las exigencias de movilidad a tantísimos ciudadanos, que se pongan en sus manos un manual del control aéreo y verán con qué facilidad pueden coordinarse cientos de aviones en el aire alrededor de un aeropuerto sin que se ‘empujen’ ni falten a su cometido de poner sus ruedas sobre la pista. Debe ser mucho más fácil el coordinar el servicio de los transportes público de guaguas donde, físicamente, los caminos están trazados y son firmes, no hay turbulencias.
Las empresas prosperan cuando el producto que han puesto en el mercado es de calidad y buen precio y su calidad es mantenida con continuidad para, permanentemente, ir aumentando su cartera de clientes. Quienes tienen a su cargo el timón de la empresa tienen también la inexcusable obligación de comprobar sistemáticamente que la calidad de su producto en el mercado se mantiene y esto es sólo posible cuando hay una vigilancia permanente por parte de los que llevan el timón. En lo que al servicio de Guaguas Municipales se refiere me gustaría encontrar un solo usuario del servicio que en algún momento el conductor no le haya abierto las puertas aún en la parada porque llegó raspando la hora de partida y ya tenía el motor en marcha para salir. Este caso no es general, dicho sea de paso, porque, en contrapartida, hace unos días me tocó vivir un caso muy agradable en la parada de Las Arenas en la que un conductor de la línea 17 nos permitió a los que esperábamos de pie en la parada que nos acomodásemos ya dentro de la guagua la cual partió a su hora prevista, unos diez minutos más tarde.
Cabe el añadir que es de vergüenza que en la parada de guaguas de Las Arenas, servicio que utilizan todos los ciudadanos de a pie no motorizado, no hay ni un solo banco donde poner las posaderas -o darse una cabezadita en el caso de indigentes;- el usuario tiene que esperar a pie firme o sentarse en los escalones de entrada al centro comercial, que es lo que muchos mayores hacen. Sólo hablo de bancos porque hablar de marquesinas para protegerse de las lluvias eventuales es como esperar caviar en un campo de trabajo de la Siberia. ¿A quién corresponde el dar solución a esta bochornosa situación? ¿Al Ayuntamiento capitalino? ¿A la dirección de Guaguas Municipales? ¿Al constructor del centro comercial que sólo pensó en los visitantes motorizados facilitándoles inmensos garajes y que el usuario de a pie, el usuario de las guaguas municipales, no merecía un banco donde sentarse mientras esperaba la guagua después de haber dejado sus dineros en el centro comercial? ¡Cuán poco respeto merece el hombre pequeño en este santo País!
Las Palmas de G.C., 26 de octubre de 2009.
Daniel Garzón Luna
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La utilización de los servicios de transportes municipales, llamados guaguas municipales, ha quedado, tiempo ha, limitado al uso y ‘disfrute’ del pueblo llano ( lo de llano es un eufemismo porque lo que quiero decir es pobre y, casi siempre, desheredado). Bueno, ¡qué le vamos a hacer!, las cosas son como son y aquí en esta civilizada ciudad, casi a la altura de Estokolmo, el Señor o la Señora usa su transporte personal, tan unido a su ‘dignidad’ de ciudadano de relieve, para ir a comprar, incluso, el pan a la tienda de aceite y vinagre de la esquina. Lógicamente, con esta mentalidad de potenciado motorizado clasista no es de extrañar que la economía del servicio de guaguas municipales esté donde está, en las últimas. Opino sobre algún que otro aspecto de Guaguas Municipales:
Todos sabemos que Guaguas Municipales está sumido en un proceso de falta de liquidez, en otras palabras: no hay suficientes ‘perras’ para pagar a todo lo que un servicio de transporte de una ciudad como Las Palmas de G.C. implica. ¿Por qué se produce este problema? Ya lo he dicho antes, el ciudadano medio-alto no las utiliza, prefiere su propio medio de transporte a pesar de las dificultades para aparcarlo. Nada que objetar pero no hay dudas que quienquiera que esté ahora, hoy, al mando de la dirección de la empresa de Guaguas Municipales no está al ‘loro’ de lo que precisa, día a día, un servicio de transporte de ese calado porque si ignora que son los transportes públicos los que mueven la economía de la ciudad y que casi todo el mundo está precisado de utilizarlos, ignorando con ello la clientela potencial a su disposición, mejor que se dedique a la pesca submarina donde el mundo exterior queda tan exterior que ni siquiera se percata que existe.
Ahora voy a poner un ejemplo que, en cualquier concepto empresarial de servicio al ciudadano, es desgarrador; veamos: no es nada nuevo que el trayecto Teatro-Parque San Telmo (Hoyo)-Parque Santa Catalina es, dentro de todo el conglomerado de líneas de guaguas municipales, una de las más importantes si no la más importante. Este tramo Teatro Parque Santa Catalina -que es el corazón de la ciudad en lo que a trasporte público se refiere- está atendido por las guaguas número 1, (Teatro Puerto), la 17 (Teatro Las Arenas), la OA (Intercambiador-Parque Santa Catalina Parque San Telmo-ciudad alta) la OB (Intercambiador-ciudad alta-Parque San Telmo Parque Santa Catalina) la 11 (Teatro Juan XXIII-Dr. Negrín-ciudad alta). Y bien, se preguntará el ciudadano: ¿cuál es el problema si hay más que suficientes guaguas para dar un servicio completo? Sí hay un problema, y un problema muy grande porque afecta al usuario de forma estrepitosa y es el siguiente:
Los tramos que he mencionado son de los más importantes de la ciudad, como ya comenté antes, y la cadencia del servicio es de 20 minutos, repito, 20 minutos, dándose la paradoja que trayecto tan utilizado por el usuario como el del Teatro a Mesa y López salen dos guaguas, la 1 y la 17, al mismo tiempo. Ahora cabe la pregunta: ¿y dónde está el problema? El problema es que todas las guaguas antes mencionadas vienen juntas, es decir, todos los días, a cualquier hora, cualquier ciudadano puede observar que la 1, la 17, la OA (en dirección a Triana) o la 1, la 17, la OB y la 11 (en dirección Puerto) vienen juntas y después hay que esperar 20 minutos hasta que venga la próxima guagua -varias juntas, claro-. Ahora me permito preguntar al coordinador de los servicios de guaguas de la ciudad: ¿Qué problema hay en que las guaguas citadas vengan con una cadencia de 10 minutos entre una y otra y no de 20 como ocurre ahora? Si este problema se solucionara significaría que en el tramo del servicio del transporte público más importancia de la ciudad el ciudadano sólo tendría que esperar diez minutos para coger una guagua y no 20, algo así como duplicar el servicio con cero euro de coste para la empresa. Por supuesto que el entendido en la materia me dirá que es imposible porque hay que hacer ajustes en la ruta del Norte, en la del Este y en la del Oeste y vaya usted a saber cuántos ajustes más. Me atrevo a sugerir a los coordinadores del transporte de la ciudad y su adecuada cadencia para atender de la mejor manera posible las exigencias de movilidad a tantísimos ciudadanos, que se pongan en sus manos un manual del control aéreo y verán con qué facilidad pueden coordinarse cientos de aviones en el aire alrededor de un aeropuerto sin que se ‘empujen’ ni falten a su cometido de poner sus ruedas sobre la pista. Debe ser mucho más fácil el coordinar el servicio de los transportes público de guaguas donde, físicamente, los caminos están trazados y son firmes, no hay turbulencias.
Las empresas prosperan cuando el producto que han puesto en el mercado es de calidad y buen precio y su calidad es mantenida con continuidad para, permanentemente, ir aumentando su cartera de clientes. Quienes tienen a su cargo el timón de la empresa tienen también la inexcusable obligación de comprobar sistemáticamente que la calidad de su producto en el mercado se mantiene y esto es sólo posible cuando hay una vigilancia permanente por parte de los que llevan el timón. En lo que al servicio de Guaguas Municipales se refiere me gustaría encontrar un solo usuario del servicio que en algún momento el conductor no le haya abierto las puertas aún en la parada porque llegó raspando la hora de partida y ya tenía el motor en marcha para salir. Este caso no es general, dicho sea de paso, porque, en contrapartida, hace unos días me tocó vivir un caso muy agradable en la parada de Las Arenas en la que un conductor de la línea 17 nos permitió a los que esperábamos de pie en la parada que nos acomodásemos ya dentro de la guagua la cual partió a su hora prevista, unos diez minutos más tarde.
Cabe el añadir que es de vergüenza que en la parada de guaguas de Las Arenas, servicio que utilizan todos los ciudadanos de a pie no motorizado, no hay ni un solo banco donde poner las posaderas -o darse una cabezadita en el caso de indigentes;- el usuario tiene que esperar a pie firme o sentarse en los escalones de entrada al centro comercial, que es lo que muchos mayores hacen. Sólo hablo de bancos porque hablar de marquesinas para protegerse de las lluvias eventuales es como esperar caviar en un campo de trabajo de la Siberia. ¿A quién corresponde el dar solución a esta bochornosa situación? ¿Al Ayuntamiento capitalino? ¿A la dirección de Guaguas Municipales? ¿Al constructor del centro comercial que sólo pensó en los visitantes motorizados facilitándoles inmensos garajes y que el usuario de a pie, el usuario de las guaguas municipales, no merecía un banco donde sentarse mientras esperaba la guagua después de haber dejado sus dineros en el centro comercial? ¡Cuán poco respeto merece el hombre pequeño en este santo País!
Las Palmas de G.C., 26 de octubre de 2009.
Daniel Garzón Luna