EL TRÁFICO EN PLAYA DEL INGLÉS (ZONAS AZULES)
La implantación de zonas azules en la zona turística sureña no ha sido una decisión muy afortunada precisamente; un craso error que, a mi criterio, debe ser rectificado. Me explico:
Como es bien sabido, los mallorquines decidieron en recientes fechas pasadas el imponer una tasa a todo turista que fuese a Baleares a ‘ensuciar’ sus islas y pusieron esa tasa ‘progresista’ que fue denominada “Ecotasa”. Es decir, unos señores que iban a pasar sus vacaciones a Mallorca de todas las partes de Europa, que gastaban allí su dinero y daban ocupación a casi toda Mallorca, fueron penalizados con un impuesto o gasto complementario llamado “ecológico”, que nada tenía que ver con las tasas aeroportuarias, sólo por pisar Mallorca. Visto desde aquí fríamente, a esto se le puede definir como creerse el ombligo del mundo y que la gente tenía que ir allí a pasar sus vacaciones porque no había ningún otro sitio donde ir. Las consecuencias no se hicieron esperar y fueron devastadoras por el rechazo que el mentado impuesto tuvo en el mercado turístico europeo, especialmente en el alemán, turistas siempre fieles a Mallorca. La crítica que semejante medida tuvo en la prensa europea fue fuertísima y la demanda hacia Mallorca descendió drásticamente, el sector turístico tuvo que bajar precios para conseguir clientes y tan pronto hubo un cambio en la mentalidad regidora del Gobierno balear el impuesto fue suprimido y Mallorca recuperó en el mercado europeo su auge perdido. Ingresaron varios millones por la “Ecotasa” pero dejaron de ingresar muchísimos millones por la regresión en el número de visitantes y por la bajada de precios en el paquete turístico.
¿Y qué tiene que ver la “Ecotasa” mallorquina con las zonas azules de la zona turística sureña y, especialmente con Playa del Inglés, se preguntará el lector? No son la misma cosa pero es casi lo mismo porque ambas han incidido en la demanda del mercado; la primera de efectos inmediatos y la segunda de forma larvada. Veamos:
La zona turística de nuestro Sur es como una inmensa fábrica de la que vive casi toda la Isla y en la que nosotros fabricamos un producto que se llama servicios; todos los servicios con los que una persona ociosa y en vacaciones puede ocuparse o ocuparle durante días o semanas, según su período de vacaciones; esto quiere decir que todo el que trabaja en Playa del Inglés o da un servicio de suministro de géneros a la zona turística es parte activa en la confección del producto-servicios que nosotros vendemos a un cliente muy especial que se llama turista y que se desplaza desde miles de kilómetros para venir aquí a comprar nuestro producto. Cuando este cliente nos falla, bien porque han salido otros productos al mercado más modernos y a mejor precio o porque hemos perdido nuestro atractivo para el cliente, entramos en un proceso regresivo de la demanda que afecta esencialmente a las ochenta mil camas extrahoteleras de nuestra principal zona turística, las cuales tienen que venderse a bajo precio para conseguir clientes, entrando así en el circulo vicioso en el que nos encontramos inmersos desde hace varios años, situación que nos ha llevado a tener que aceptar para esa ingente cantidad de camas la clientela de más bajo poder adquisitivo del mercado turístico europeo.
Ahora tal vez se pregunte el lector: ¿qué tienen que ver las zonas azules en todo este asunto? Las zonas azules de la zona turística, si bien no alcanzan el gran despropósito de la “Ecotasa” balear, es un ‘impuesto’ anti-comercial que se impuso con excesiva alegría en la zona turista y que afecta tanto al turista como al trabajador que ejerce su actividad en Playa del Inglés. Es la primera gran ‘fábrica’ donde se penaliza con un ‘impuesto’ por aparcamiento a un cliente, el turista, que viene a comprar el producto que esa ‘fábrica’ produce y comercializa y, también, penaliza por la misma vía al trabajador y suministrador de materia prima que confecciona el producto y que mantiene su vehículo estacionado en el ‘parking’ de la ‘fábrica’ durante su jornada de trabajo o durante la descarga de géneros. No olvidemos que, además de las cuatro perras que el turista tiene que meter en el parquímetro, el aparcamiento en zona azul es con frecuencia una fuente de tensión para nuestros visitante, tanto por el cumplimiento del horario elegido, del cual tiene que estar pendiente, como por la posible desagradable sorpresa de encontrarse una multa municipal por incumplimiento de algo relacionado con el pago del estacionamiento del vehículo o no encontrar el vehículo en absoluto por habérselo llevado la grúa. Los aparcamientos en zonas azules para los turistas que se alquilan coches de alquiler pueden estar ligados en muchísimos casos a situaciones desagradables y de tensión para el turista que hace uso de este servicio, el cual es por lo demás muy necesario porque el turista que lo utiliza recorre la Isla, conoce sus diferentes atractivos y hace gasto también en otros pueblos alejados de la zona turística. Cuando se producen situaciones como las antes mencionadas, el turista se encuentra perplejo, sin saber qué hacer ni a dónde dirigirse y con el consiguiente cabreo.
¿Alguna forma de reconducir esta situación? Es de suponer que la solución de este problema -que sin ser la causa de la regresión en la demanda que aqueja a Playa del Inglés no hay duda que ha contribuido a ella- pasa por la no renovación de la concesión de los aparcamientos a empresa explotadora alguna, si su caducidad es a corto plazo, y, si no es este el caso, a su revocación mediante negociación justa y sin prepotencia, si el Consistorio está en situación económica de afrontar la pertinente indemnización.
Como es de suponer, quienesquiera que hayan tomado la iniciativa de imponer las zonas azules en la zona turística la defenderán con tropecientos argumentos pero si se toman el tiempo de informarse de cómo se siente el turista que le toca vivir alguna de las situaciones antes citadas se dará cuenta que la decisión fue un craso error, error que debe ser subsanado. En todo caso, la disminución de ingresos que pueda tener el Consistorio por este concepto tal vez se lo pueda compensar el Cabildo incluyéndolo como justificado gasto de promoción, sólo extensible hasta la fecha en que San Bartolomé de Tirajana cuente como municipio turístico con la asignación presupuestaria por todos sus habitantes, los de derecho y también los de hecho, (residentes y turistas) por parte del Gobierno.
Suprimir las zonas azules es necesario porque debemos tener claro que la zona turística sureña degradada no se recuperará por sí misma; hay que recuperarla con decisiones por parte de quienes están en los puestos políticos para poder tomarlas.
Las Palmas de G.C., 27 de octubre de 2007.
Daniel Garzón Luna
PRÓXIMO ‘CAPÍTULO’ (X): MOBILIARIO URBANO EN PLAYA DEL INGLÉS
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