LA GRAN ESTAFA: LA FRUTA REFRIGERADA O CONGELADA
La conservación de alimentos a bajas temperaturas ha venido a revolucionar el mundo de la alimentación pues lo que tuvo sus grandes inicios con la conservación de la pesca vía hielo machacado porque era la forma de mantener el pescado en los barcos que pasaban algunos meses en el mar sin volver a tierra, ha pasado a convertirse en el 'Ave María' de toda actividad que pone en el mercado un producto comestible y perecedero para su venta.
Que los procesos de congelación disminuyen las propiedades alimenticias del producto nadie lo niega; a pesar de ello, quien opta por la compra de un producto congelado, bien porque le resulte más barato o porque le sea menos engorroso el prepararlo, sabe bien lo que compra y que con ello acepta de buen grado que la calidad del producto comprado siempre será menor que si fuese producto fresco.
Hasta aquí no hay nada sobre lo que discrepar porque el consumidor es consciente de lo que compra. No obstante, esta situación no se da en el caso de la compra de fruta. Este producto, salvo los pocos que no aceptan la congelación para su conservación durante semanas o meses, es siempre congelado o refrigerado a temperaturas determinadas y, una vez sacados al expositor y no vendido en el día, es devuelto nuevamente al frío cuyo proceso de entrada y salida de las cámaras, con más o menos frío, puede repetirse durante días o semanas, después de haber estado sometido a una congelación o refrigeración determinada durante semanas o meses desde su separación del árbol.
Como consecuencia de estos procesos de mantenimiento del producto por medio de conservación en frío, un producto como la fruta que se supone debe ser consumida fresca de forma que contenga su jugo y propiedades alimenticias, llega a los expositores para su venta sin que haya cambiado en lo más mínimo su aspecto exterior -incluso mejorado desde su desprendimiento del árbol casi siempre aún verde- y el momento de su venta que ya ostenta un aspecto maduro. Resulta, no obstante, muy difícil encontrar una sola expendeduría de fruta en la que el producto de fruta que se compra, especialmente la manzana, el melocotón, la pera, la ciruela y otra variada gama, que no estén faltos de jugo o que no estén ennegrecidas en su interior, no obstante el aspecto saludable y de 'cómeme ya' que ofrece en el expositor.
Como quiera que no existe el mínimo indicio exterior que ponga sobre aviso al posible comprador de que la fruta con aspecto digno de enmarcar en un cuadro que tiene delante en el expositor, y que se ha decidido a comprar dado su maravilloso aspecto, esté podrida. Por supuesto tampoco lleva estampado el clásico sello de la fecha de caducidad para su consumo como es el caso en cualquier otro producto, de acuerdo con la Normativa de Sanidad al respecto, caso del yogur, el pan o cualquier otro producto alimentario.
Nos encontramos, pues, ante una estafa en toda regla porque se compra un género con un exterior radiante que invita a la compra y nos encontramos cuando lo vamos a consumir, horas después, que está marrón-negro por dentro, quemado por el mucho tiempo que ha estado sometido a procesos de mantenimiento por frio, estado que no es detestable en su radiante exterior y del cual el consumidor no puede tener la mínima idea del mismo puesto que no hay la pertinente indicación del Ministerio de Sanidad dando a conocer la fecha tope para su consumo. ¿Existe la Normativa pertinente de fecha de caducidad relativa a la fruta? En un país donde está regulado, bien por mandato de la Comunidad Europea o por la 'intrínseca tendencia dictatorial' del español, casi todo, -incluso en forma de 'tortura' como es la Ley del Tabaco mantenida por la Ministra Ana Mato- es de suponer que 'algo' haya escrito por ahí en alguna parte de cómo hacer los controles de la fruta refrigerada o congelada.
No obstante, si lo hay, no hay duda que no se aplica; tal vez porque no sea posible el marcar una manzana de 'pinta' excelente con un tiempo tope de consumo ya que su trajín de entradas y salidas del frío lo hacen irrealizable, o bien porque el intermediario mayorista (según dicen el causante que la fruta en España, y en Canarias especialmente, sea tan cara como la carne) o el detallista hacen caso omiso de ella. En todo caso, asumiendo que sí hay regulación sobre la manera de controlar la fruta congelada, las pertinentes inspecciones de Sanidad brillan por su ausencia, precisamente en el control de un producto de tan altísimo consumo en toda España y de tan alta necesidad de dicho consumo para la salud del individuo.
Normativa de conservación de la fruta aplicada por "Hanseata,S.A,"
Pinchar en el botón en la parte inferior derecha del recuadro para abrir y descargar el archivo de la Normativa Hanseata S.A. completa (dos páginas).
En todo caso, alguien, en alguna parte, tiene que tomar cartas en el asunto de la gran estafa al consumidor que significa la compra de fruta en España, con subrayado en canarias, 'Las Afortunadas', a las que siempre 'les toca bailar con la más fea', como resulta ser 'el caso' de consumir fruta.
'Pinchar' sobre el musical que sigue para escuchar "Nueve Manzanas sin Gusanos" y doble clic sobre el archivo que aparecerá.
Las Palmas de Gran Canaria, 19 de septiembre de 2014.
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